domingo, 30 de enero de 2011

En el imperio de los sordos

En el imperio de los sordos, nadie te puede escuchar. Podré ser el emperador, pero nadie escucha mis órdenes. Podré gritar a media noche cuando veo al bandido entrar por la ventana, pero los guardias son sordos y si no pueden verlo, no existe.
En el imperio de los sordos, no existe el punk ni el metal, no hay música ni ruido; sólo silencio. El emperador de los sordos está condenado a sentarse en su trono y esperar a que volteen a verlo si necesita algo. Las palabras son vanas cuando no vienen de una mano. Las bocas son simples arreglos estéticos y herramientas de amor y placer.
Quizás debería deshacerme de mi boca; me es inútil. El emperador de los sordos ordena que su boca sea removida. Es cuestión de esperar a que alguien vea.

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