sábado, 15 de septiembre de 2012

La caída del sol

El sol se derrumba y sólo lo observo, parado en el mismo lugar, moviendo mi cuerpo ligeramente al ritmo de la explosión. Así no notarán mi implosión tan fácilmente. Sus máscaras de porcelana no ocultan sus verdades de una manera eficiente, pero de igual manera no las ven. No quieren ver la realidad. Las mentiras son cómodas y la ignorancia es una fiesta. Bajo ellas hay rostros deformes, rostros protegidos de la supernova que quema mi piel.
El sol se cae y yo sólo veo a mi alrededor. Apenas me percaté de que el astro comenzaba a morir y dejé mi máscara caer al suelo. No tiene punto protegerme con ella, ya que está rota. No quiero cubrirme y mi cara se derrite. En medio del caos extiendes tu mano hacia mi boca y ahora sonrío. Sonrío una sonrisa que no es mía, pero no me da pena portar. Quiero portar tu sonrisa.
El sol cayó y mi mente se deformó, la perdí en un mundo cercano, en un mundo mejor, un mundo que es el siguiente en línea para ser devorado. No me puedo quedar parado. Viajo a ese mundo, antes de que se desintegre con la explosión del sol.