Jon era un tipo feliz. Sin embargo, las cosas podrían ser aún mejor, o al menos eso quería pensar. Él deseaba que esa posibilidad fuera verdad. Dormía sin soñar cosa alguna, lo cual lo aburría. Él quería sueños para romper con la monotonía de la vida diaria.
Lisa disfrutaba su vida, o al menos eso quería pensar, aunque había escuchado de cosas que jamás había hecho y añadirían un interés nuevo a su vida. Su felicidad la aburría en momentos y buscaba algo nuevo.
Jon amaba la libertad y su felicidad aumentaba cuando rompía las reglas más estúpidas. Pero se encontraba preso en una jaula. Nadie podía ver dicha jaula, pero él sentía los barrotes y hasta se reclinaba en ellos. Su felicidad, por otro lado, se convirtió en lo opuesto a su
jaula. Los otros la veían, pero él no.
Lisa dibujaba y volaba con todos los colores posibles; ella sentía los colores. Ella era los colores. Pero la vida es cruel y eso sólo sucedía en su papel. En la vida, no podía cambiar de color tan fácilmente. Un escritorio siempre será café, o al menos así era el suyo.
En un mundo paralelo, ellos se conocieron. Ahí, Lisa coloreó la jaula de Jon, para que así todos la vieran y lo ayudaran a romperla. Jon llenaba el cuarto y las paredes de Lisa con papeles, y así ella cambiaba el color de su vida cuando quería. Sin embargo, en este mundo eso jamás sucedió. Aquí jamás se conocieron. Aquí jamás se verán. Un día pasaron al lado del otro en la calle, pero nunca se vieron.
1 comentario:
que bonito &... triste a la vez ):
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