Yo juré resistir y no ceder, pero cada vez siento que cuando llegue la tentación, morderé la manzana. El problema es lo que viene después. Por un lado, me digo que lo correcto es llorar y aceptar el eterno tormento, aunque por otro, me susurro a mi mismo que no vale la pena ese sufrimiento. Después de todo, la manzana es jugosa y refrescante, da energías para seguir. Sin embargo, hay manzanas podridas. El problema con eso es que la mayoría de las manzanas que veo en el árbol están llenas de costras; algunas menos que otras, pero las tienen. No hay manzana perfecta, pero me esmeraré en buscar la mejor de todas. La más roja o quizás un amarillosa/verdosa, dependerá de mi humor. No quiero estar lleno para el momento en que la encuentre, por lo que evito comer de las otras. Sin embargo, el hambre se apodera cada vez más de mi.
Ya se me olvidaba lo tranquilizante pero melancólico que se torna una noche libre. Es algo que es necesario de vez en cuando. Se pasa lentamente pero no estoy seguro si quiero que termine o continúe. No sé si duele o si da placer. Es una combinación extraña de estímulos dentro de mi. Espero que no se vaya a derramar.
"Just looking out on the day of another dream..."
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