jueves, 28 de octubre de 2010

Había una vez...

...una pareja que se quería. Alguien engañó al otro (no importa quién fue) y después de unas lágrimas, el otro lo(a) perdonó y siguieron juntos. Siguieron felices y fingieron que las cicatrices no existían, pero siempre están ahí; es lo primero que ven al verse, son cicatrices muy vistosas. Pero lo ignoran. Después de todo, si sólo sangra al estar sólo(a) antes de dormir, no hay razón para que alguien más lo sepa. Nadie sabe cuando uno se masturba o piensa lo prohibido.

Así pasa en la vida, en la televisión, en las películas, en los libros y en muchas otras partes.

Este al parecer es mi post número 100.
Un post estúpido, diría yo, pero qué más da, uno escribe lo que se le viene a la cabeza y punto.
Dato curioso: Octubre ha sido el mes en el que subo más posts los 3 años en los que he escrito aquí. ¿Será la época del año que más me estimula? Tendría sentido, si me pongo a analizar lo que ha pasado dentro y fuera de mi por esta época del año en el pasado. En fin, sigo escribiendo lo que se me pinche ocurra. Da igual.

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