El titeretero cuida a sus pequeños, los limpia, pule y guarda con cuidado. Sin embargo, nunca ha sido capaz de cortar los hilos que los convierten en propiedad de alguien más, y no de ellos mismos. Reciben cuidad y cariño, pero a un precio muy caro. Dicho precio es el de la libertad y el propio ser. Cuándo el público observa a las marionetas, se refiere a ellas como "las marinetas del titeretero," y no por sus nombres. Nunca han tenido y nunca tendrán un nombre propio. Nunca podrán decidir a dónde moverse.
Es curiosa la manera en que a veces, aunque des una vuelta diferente a la esperada, de igual manera terminas en el mismo lugar. Nadie lo puede evitar.
1 comentario:
me recuerda a la familia
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