Desde que te conocí no tengo manos. Es como si alguien me las hubiera cortado sin dejar cicatriz; pareciera que fui diseñado para ser así, me es tan natural. Lo que mi mano tomaba ahora lo he dejado de necesitar y soy feliz. Todo lo superficial parece desaparecer, sólo queda una y es la más bella de todas. Si todo lo superficial fuera así, no sentiría desprecio hacia ello. Queda sólo una cosa, que manipula mi cerebro y lo lleva hacia lo superficial, que me hace querer nadar contra la corriente de mis pensamientos.
Desde que te conocí el volcán no estalla y la lava no destruye mi bosque. El sólido no se derrite y el fluido no me mancha.
Pero no me arrepiento, cada vez es mejor, aunque jamás suficiente. Mis manos no existen, pero quiero ser escritor. Déjame escribir con la boca. No es tan difícil y mi letra no será tan mala, eso lo juro.
Soy el manco más feliz, aunque por momentos mi mente revolotee.
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