miércoles, 24 de octubre de 2012

La habitación de las sombras

El cuarto era oscuro, y su mente también. Sus pensamientos y deseos daban vueltas, pero eventualmente lo llevaban al mismo punto de la cama, la misma realidad, las mismas lágrimas, de esas que ya no escurren por sus mejillas ni humedecen su ojos, aunque de igual manera se sienten.
Alguna vez había piso sobre el cuál pararse y deambular, pero eso era en otro lugar, en un cuarto con una mesa, un televisor y un librero. Este lugar era otro. Aquí no hay librero, sólo paredes negras y una ventana.
La ventana pensó, está cerrada. No debería...
Sin embargo, lo estaba. Inclusive un pedazo de tela colgante cubría el cristal de la misma y dejaba ver sólo una parte del marco. No que se pudiera distinguir mucho.
También hubo un tiempo en el cual una puerta se situaba en el muro frente a la cama, detrás de la que un pasillo con pinturas colgando se encaminaba a un comedor sencillo y manzanas dentro de un canasto de madera. Pero ese era otro cuarto. En éste, la palabra "puerta" significa muerte, y no se puede morir sin estar vivo. La puerta no existe.
Quema. Le quema este calor. Se escondería debajo de alguna sombra, pero las sombras no tienen sombra, y de igual manera no podría alejarse de la figura imaginaria a su lado, que es la fuente del frío que tanto calor de causa. Ahi, hace siglos, Si, deben haber pasado siglos, no era necesario imaginar una figura, pues ésta existía. Mentira, eso era en otro cuarto, no aquí. Jamás aquí.
Él permanecía acostado sobre una roca plana en la habitación, por más que ésta no lo quisiera admitir. Los sonidos eran nulos y los átomos del aire (si es que habían) fluían a través de su torso, sus brazos, sus piernas, su cabeza y su cuello.
Si, siempre besa mi cuello. Deseaba que esto siguiera siendo cierto. Sin embargo, ella lo abandonó hace tiempo ya en otro cuarto similar en dimensiones a éste. Añoraba tanto que siguiera siendo ésta su realidad, que hizo un esfuerzo más en revivir sus débiles piernas y desgastados brazos para abandonar su dura tumba. La ventana está cerrada.
Él jamás se levantó. Está claro que nunca abandonó su lugar de reposo, pero una cicatriz reciente se extendió a través de la tela que solía cubrir la ventana, que ahora presumía una ligera rendija en su parte inferior. La luz de la doncella de la noche no era suficiente como para iluminarlo en su lecho de muerte, aunque se alcanzaba a divisar cuadrio y medio de un mosaico celeste adyacente a la pared negra, con una marca blanca.
Las horas pasaban en su mente agonizante y la seguía deseando. Los días sin sol pasaban y la seguía esperando. Al menos eso estaba bien: ella en su mente y el sol ausente. Era alentador saber que permanecía cuerdo.
Por un instante creyó que amanecía y perdió la esperanza. Justo cuando parecía perdido, el sonido de la ventana lo hizo voltear. El cuerpo sin sombra (Las sombras no tienen sombra) se introdujo al cuarto mucho antes de que él se percatara de ello.
El suave cabello largo color pecado de pronto colgaba unos cenímetros sobre su rostro. No lo podía ver y nadie lo podría haber visto, pero ahi estaba, como un imán sobre una barra metálica, levantándolo, lentamente, sin siquiera hacer contacto más que con lo que alguna vez habría sido su aliento. Esta noche él no la sintió más que con su mente, aunque ahi estaba, a un costado de su cama de piedra.
Echaba de menos su olor. La primera ocasión había sudado, pero no ahora. Si acaso su piel se humedeció esta vez, fue con dos fluidos más espesos. uno rojo y otro color perla, uno arriba y otro abajo.
Normalmente el tiempo transcurre lento cuando uno la pasa bien. El placer devora las horas en segundos y el sufrimiento sólo se alimenta del alma de uno. Él anhelaba esto, pero fue lento.
Sintió la sombra sobre él, una sombra sobre otra. Sus ojos permanecieron cerrados durante casi todo el suceso. Los besos tiernos y suaves en su cuello se tornaron lentamente en mordidas, rompiendo sus tejidos.
Más.
Fue despacio. Quizás porque esto en verdad era sufrimiento y su alma era consumida. No era la misma habitación.
No me dejes.
Una sombra menos, una sanja menos. La ventana duerme y la doncella se fue. El tiempo transcurre igual de lento, pero ahora duele. Las cicatrices en el cuello permanecen como recordatorio de lo dulce que es el dolor. Este cuarto tiene puerta y luz; no es el mismo, pero volverá a cambiar. Él lo añora. Aunque le consuma el alma.

martes, 23 de octubre de 2012

Si me derrumbo

Y si me derrumbo, ¿qué pasará?
Cuando mis paredes se desmoronen
y sólo me oigas gritar

Si mi cerebro explota, ¿dolerá?
Mi eco retumbaría en mi precipicio
gritando tu nombre a la mitad

Cuando la sangre escurra
no te vayas a manchar
con mi virus, mi enfermedad

En el momento en que mi cuerpo se pudra
pregunto, ¿te va a importar?
cuando esté gritando, preguntando dónde estás

Cuando implote
Cuando ya no flote
Cuando llegue mi invierno
Cuando arda en el infierno
El reloj continuará, el tiempo seguirá igual.


miércoles, 17 de octubre de 2012

(No) Quiero dormir

No quiero dormir. El vacío nació en un sueño, eso es bien sabido. Temo quedarme dormido y caer en ese precipicio oscuro. Puede o no tener fin, pero eso no me interesa; simplemente desearía evitarlo. Muchos rumoran que es un círculo, que eventualmente llegaré al mismo punto y, por ende, tendré que sufrirlo. Me gustaría ignorarlos, pero les creo.

Quiero dormir. La luz nació en un sueño, eso es bien sabido. Anhelo dormir y caer en ese precipicio de tu obscuridad. Espero que no tenga fin; me gusta pensar que es infinito. Tengo que llegar a él. Las voces susurran que se encuentra en un mundo lejano, más allá del agujero negro, pero sólo basta unas bebidas para llegar. Me gustaría creerles, pero no sé si puedo.

lunes, 15 de octubre de 2012

Tuve un sueño

Tuve un sueño. La verdad es que no sé si fue un sueño o sólo mi imaginación creando una escena de lo que quisiera pensar que puede ser mi vida. Estaba acostado. Eso si es verdad, no una imagen producto de mi mente. En retrospectiva, me doy cuenta que mi cama era más suave de lo normal, aunque en ese momento lo ignoré. Volteaba hacia mi lado derecho (si tomo en cuenta que estaba boca abajo en un principio), a la dirección hacia la que gira el mundo. Mi mundo gira, gira y me marea. También me marea la idea de que el mundo no gira en verdad y todo es un sueño o una idea mía egoísta.
El punto es que haya sido un sueño o no, estaba sobre mi cama, inclinado hacia un lado, ya sea el derecho o el izquierdo. No veía mucho, pues cerraba los ojos gran parte del tiempo. Aunque eso sea relativo, ya que lo que vi era suficiente para una vida entera. Más que nada, sentía. Sentía el aliento y la presencia. Sentía o quería sentir, no sé cuál sea lo más correcto decir.
Me han dicho antes que tengo buena imaginación. También me han dicho que soy distraído. Toda esta situación pudo haber sido fruto de las dos cosas: me distraigo de la realidad e imagino una nueva. No me consta que esto sea cierto. Es sólo una teoría que podría o no ser comprobada. Pero eso no es de lo que quería hablar. Hablaba de mi sueño (o de la fantasía que creé).
Soñé o imaginé que estaba sobre mi cama, acurrucado hacia uno de los lados. Hasta ahora recuerdo: era hacia el lado en el que está la pared. El vacío quedaba detrás de mi, como si yo quisiera olvidarme de él. La pared estaba en el lado contrario, no a mis espaldas. Aún así, no podía ver el muro. Podría decir que era porque cerraba los ojos y dormía, pero aún abriéndolos observaba algo más entre mi persona y dicha pared. El centro de una galaxia, y el mundo continúa girando. Me marea el recordarlo. En ese momento no; en ese momento era diferente, era necesario, o tal vez insignificante.
Me dejaré de rodeos. Estaba en la cama, acostado mirando algo entre mi cuerpo y la pared. Mi mente dictaba la realidad en ese momento y el mundo era insignificante. Aunque el planeta girara hacia la izquierda, yo giraba a la derecha y nadie podría haberme cambiado la opinión. Mis labios se separaban, lento, lento. Mis labios se unían, lento, lento. La mayoría de las personas piensarían en otras partes del cuerpo, pero yo no soy ellos. Una vez, dos veces, tres veces, quizás abría mis ojos. Quizás no. En realidad no importa si los abría o no, pues todo esto es producto de mi mente, ya sea que haya sido un sueño o no, y por lo tanto sabría de igual forma qué era lo que tenía enfrente.
La situación es la siguiente: tuve un sueño mientras estaba recostado viendo hacia la pared, pero en realidad no la veía. La verdad es que me tapabas y no me importó ni me importará. Dormí hasta que se acabó y me percaté de que no sé la realidad.

The seat is taken

The seat is taken
fat man needs two chairs
You do not turn to see
a free seat next to me

You want the seat that's taken
would wait for fat man to stand
You do not care to see
the world will end before it's free

The taken seat looks comfortable
even though fat man sits
You would sit on his lap
that's not comfortable, though he's fat

The seat is taken
you should turn around soon
You'd turn and you'd see
a free seat next to me

You turn around slowly
I beg you to sit with me
Somebody stands up
you sit there and not with me

domingo, 14 de octubre de 2012

My mind is dry

My mind is dry. Thoughts flow, but they lack moisture. Liquids are gone.
My mind is dry.
I do not know where this will lead. Every path seems to lead to the same destiny. It has been foretold. I am normally not a prophetic person, but this hypothesis has never failed. My mind is dry and there'll be death.
Why can't I ever guess otherwise? My mind is dry and we will die.
I look at you and you look at me (sometimes). I look at you and you're not there (anymore). My mind is dry but full of terrors.
My mind is dry.

Pensamientos sobre ti

Cierro los ojos y ahi estás. Abro los ojos y no estás. Los cierro de nuevo y ya no sé. La oscuridad me favorece, pero la luz del mundo encandila mi esperanza; hay luz por doquier. Mis ojos sangran aunque no lo sepas y mi ser se ahoga en la lluvia ocular.
Rozas mi brazo y el día vale la pena. Me abrazas y me vuelvo inmortal. Me tomas del brazo y soy Dios.

Acércate. No te vayas. Quédate.
(Si quieres)

Moriré.
(Muere conmigo)